Nuevo libro de Benedicto XVI… ¿o quizá de Joseph Ratzinger?
Nueva lección de humildad del Papa Benedicto que vigoriza su firmeza en la doctrina revelada
La próxima primavera estará en las librerías un nuevo libro del Papa Benedicto XVI. Será la primera parte de un conjunto más amplio titulado “Jesús de Nazaret. Del bautismo en el Jordán a la Transfiguración”.
Dije que es un libro del Papa. En realidad sería mejor decir que es un libro de Joseph Ratzinger. En este caso son separables ambos “personajes”.
Al dar a conocer la cercana publicación del nuevo libro de tan destacado intelectual, el portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, declaró específicamente que “no se trata de un acto magisterial, sino que es fruto de su investigación personal y, por tanto, podrá ser libremente discutido y criticado. Esta es una observación muy importante porque pone de manifiesto que lo que escribe en el libro no vincula la investigación de exegetas y teólogos”.
Precisó que tampoco se trata de una larga encíclica sobre Jesús, sino de la presentación personal de la figura de Jesús hecha por el teólogo Joseph Ratzinger, que ha sido elegido obispo de Roma. Y que pretende presentarnos al Jesús de los Evangelios como el Jesús histórico.
El Papa, por tanto, separa claramente la publicación de su libro de un acto del Magisterio, como podría ser una encíclica o un “motu propio”.
Con ello en cierto modo invita a los expertos a debatir, a criticar, su obra. No se considera superior a otros estudiosos de la teología y no sólo no le preocupa ni le inquieta que haya quien no coincida con él, sino todo lo contrario. Porque hay muchos ámbitos en la vida del cristiano, en la teología, en que son legítimas y enriquecedoras las diferencias.
El Papa deslinda nítidamente lo que es opinable para un cristiano de aquello que es fundamento de su fe y que debe creer porque ha sido revelado por Dios. Puede añadirse en el caso en cuestión que un cristiano no demasiado interesado en temas teológicos puede “olvidar” el nuevo libro del Papa sin vulnerar nada ni poner escollos a su formación espiritual.
La referencia explícita a actuar con libertad acerca de los criterios que expondrá en el libro o al margen de ellos tiene también otra cara. Cuando el Papa señala que lo que ahora escribe es opinable y discutible ratifica, a sensu contrario, que no lo son las enseñanzas del Magisterio.
Dicho de otra forma: que en un cristiano no cabe plantear que lo que digan el Papa y los obispos en su Magisterio, incluso el ordinario, es asunto que no va con él y puede ponerlo en cuestión de manera idéntica a la declaración de cualquier político, las explicaciones de un geógrafo o las opiniones sobre arte expresadas en una mesa redonda de televisión.
La anticipación del nuevo libro pone en evidencia que no hay en el Papa, tampoco en Ratzinger, intransigencia gratuita, ni siquiera la menor pedantería. Es un personaje reconocido por propios, extraños y adversarios como un intelectual de primer nivel, políglota, miembro de diversas academias científicas, doctor honoris causa por multitud de universidades, … y, sin embargo, en obras y palabras desprende un hálito de humildad.
Ya en su primera declaración al aparecer en el balcón vaticano al ser elegido Papa se declaró “un humilde trabajador en la viña del Señor”. Lo mostró en su encuentro con los jóvenes en Colonia, pidió humildad para no negar los pecados del pasado en Polonia cuando visitó el campo de exterminio de Auswitch, ha dado enormes muestras de humildad con sus reiteradas peticiones de excusas a los musulmanes tras sus mal interpretadas palabras del discurso en la Universidad de Ratisbona y luego en la visita a Turquía, demostró humildad en Valencia en el Encuentro Mundial de las Familias. Posiciones similares han sido persistentes en todos sus actos.
¡Qué lejos está el Papa, que distante queda Ratzinger, del personaje intolerante y soberbio que algunos nos quisieron presentar cuando fue elegido Sumo Pontífice porque había sido el Prefecto para la Doctrina de la Fe!.
Se dirá que ha cambiado. Sin duda el ser Papa obliga a mirar en todas direcciones mientras en aquel cargo debía focalizar la atención a unos puntos determinados, pero tampoco ha modificado su postura básica. Sólo podían cuestionarlo quienes dentro de la Iglesia o fuera de ella no saben distinguir entre lo que es opinable y aquello que un cristiano ha que aceptar, creer… aunque no siempre lo entienda.