Conversos: Giovanni Papini
Ateo convicto y confeso. En 1911, a los 31 años, publicó un libro ‘Las memorias de Dios’ (Le memorie d’Iddio), en el que ponía irónicamente en boca de Dios estas palabras blasfemas: Hombres: haceos todos ateos, y pronto, Dios mismo, vuestro Dios, os lo pide con toda su alma.
En 1912, había publicado Un hombre acabado, en el que ya daba muestras de que su alma estaba desesperada y buscaba una luz. Dice: Todo está acabado, todo perdido, todo cerrado. No hay nada que hacer. ¿Consolarse? No. ¿Llorar? Para llorar hace falta un poco de esperanza. Y yo no soy nada, no cuento nada y no quiero nada. Soy una cosa, no un hombre. Tocadme, estoy frío, frío como un sepulcro. Aquí está enterrado un hombre, que no puede llegar a ser Dios.
Y sigue diciendo: Yo no quiero ni pan ni gloria ni compasión. Pido, humildemente, de rodillas, con toda la fuerza y la pasión de mi alma, un poco de certeza: una pequeña fe segura, un átomo de verdad… Tengo necesidad de algo verdadero. No puedo vivir sin la verdad. No pido otra cosa, no pido nada más, pero esto que pido es mucho, es una cosa extraordinaria, lo sé. Pero lo quiero de todos modos, a todo costo. Sin esta verdad, no consigo vivir y, si nadie tiene piedad de mí, si nadie me puede responder, buscaré en la muerte, la felicidad de la plena luz o la quietud de la eterna nada.
Y Cristo, que lo estaba esperando, le salió al encuentro. No se sabe cuándo, pero debió ocurrir entre 1919 y 1921. Su amigo Domenico Giuliotti, buen católico, le ayudó en este caminar a Cristo. En 1921, ya era un ferviente católico, enamorado de Cristo. Y su amor lo manifestó en su gran obra Historia de Cristo, que quiere ser un acto de reparación por todos sus escritores anticristianos anteriores, en los que había insultado a Cristo con los términos más vulgares. Una vez convertido, le pidió a su hija Viola que buscara todas las copias de sus obras, especialmente, de Las Memorias de Dios para quemarlas.
Y enamorado de Cristo decía: Cristo está vivo. Es una experiencia emocionante, que encuentra todo convertido: Cristo está vivo. Oh Cristo, tenemos necesidad de ti, de ti solo. Tú nos amas… Viniste para salvar, naciste para salvar, te hiciste crucificar para salvar, tu misión y tu vida es la de salvar y tenemos necesidad de ser salvados.
Murió el 8 de julio de 1956, siendo terciario franciscano, después de recibir la unción de los enfermos.