¿A dónde voy?

Cuentan de Chesterton que era muy despistado. En una ocasión, viajando en tren, el revisor le pidió el billete. Él empezó a buscarlo por todos los bolsillos y no lo encontraba. Se iba poniendo cada vez más nervioso. Entonces el revisor le dijo: “Tranquilo, no se inquiete, que no le haré pagar otro billete”. “No es pagar lo que me inquieta -repuso Chesterton- lo que me preocupa es que he olvidado a dónde voy”.

 

Un filósofof ya hace daños, definió al hombre de hoy como aquel que dice:” Voy a más de 100 km. por hora, pero no sé a dónde voy”.