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Conversos: Alexis Carrel

alexis-carrel.jpgMédico francés contemporáneo, notable investigador conocido humanista. N. en Lyon, el 28 junio de 1873 y allí cursó la carrera, publicó sus primeros trabajos e inició, mediante hábiles métodos de sutura, sus finas técnicas de cirugía vascular ( 1902).

Por entonces hubo de sustituir al colega que había de acompañar una peregrinación de enfermos a Lourdes, y allí presenció con asombro la evidente curación de una peritonitis tuberculosa; su honradez le llevó a confesar lo que viera, ante el escándalo de la Medicina. oficial que le cerró el camino profesional. Amargado, Cárrell emigró al Canadá, decidido a hacerse ganadero ( 1904), pero el contacto con los investigadores americanos le llevaría a reanudar en Chicago sus originales técnicas. El interés de Cushing (v.) por esos trabajos y la intuición de Flexner, que estaba poniendo en marcha la Fundación Rockefeller, pusieron a Cárrell en Nueva York, para trabajar con abundancia de medios en la flamante Institución. Allí mejoraría hasta un grado inverosímil los delicados procedimientos de sutura que permitirían la reparación de venas y arterias heridas, las anastomosis e injertos vasculares y una amplia gama de trasplantes experimentales de órganos. El Premio Nobel coronaba en 1912 tan fecundo.

En un viaje a Lourdes, cuyo santuario atraía su alma, aún no creyente, conoció a la que en 1913 sería su esposa: Anne Marie, que tanto le iba a ayudar en lo científico y lo espiritual. Al estallar la I Guerra mundial, logra Cárrell la instalación en Rond Royal, junto a Compiègne, de un centro hospitalario para la investigación de las heridas por metralla, pasto abonado para la gangrena. Con el químico inglés Dankin, encuentra un método de perfusión continua antiséptica que cambia el sombrío signo de tales lesiones. De nuevo en la Fundación Rockefeller, prosigue sus trabajos especialmente orientados hacia el cultivo de tejidos, mientras llueven sobre él toda clase de distinciones. En 1930 el aviador Lindbergh le ofrece su colaboración para construir la complicada máquina que Cárrell añora, destinada a mantener artificialmente la circulación sanguínea. Ambos podrán presentar al Congreso de Citología de Estocolmo, en 1936, un corazón mecánico que permite la prolongada supervivencia de órganos aislados, por los que corre la sangre en condiciones semejantes a las que tenían en el organismo.

Mientras tanto, una inquietud espiritual, en la que se inserta la honda influencia de Bergson, que buscaba lo más genuinamente humano va cuajando en meditaciones de las que saldrá, en 1935, un libro que tendría inmensa resonancia en el mundo entero: L”homme cet inconnu (La incógnita del hombre). Proyecta dar expresión práctica a sus ideales humanísticos en un Instituto del Hombre (…)

Al comenzar la II Guerra mundial, en 1939, Cárrell, jubilado poco antes, acude a remediar la situación sanitaria de la Francia derrotada. Coincide con el mariscal Petain al interpretar la catástrofe como consecuencia del relajamiento del pueblo francés y decide llevar a cabo la idea de un Inst. del Hombre en el París ocupado, con el apoyo del Gobierno de Vichy. Desde 1942 se trabaja allí activamente sobre el desarrollo del niño, las condiciones del trabajo, etc. Pero el progreso de la contienda dificulta las investigaciones y en 1944 los liberadores tacharán a Cárrell de colaboracionista y lo relegarán por completo. Pero para entonces se hallaba ya enfermo, con grave insuficiencia cardíaca. Esta última decepción aceleraría el trance mortal, piadosamente sufrido en la madrugada del 5 de noviembre de 1944. Los trabajos de Cárrell han salvado muchas vidas y han permitido las recientes intervenciones en corazón exangüe y los trasplantes de órganos. Su pensamiento humanístico y su trayectoria personal constituyen una lección de ese amor a la verdad que lleva a la auténtica libertad.

GER