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¿Qué pasaría si el misterio de la Navidad participara en un talk show?

Sé que a muchos este video los va a sorprender. Debo aceptar que a mí también; sin embargo, reflexionando un poco me pareció que tenía atorada una verdad que quiero tratar de desatascar en estos párrafos. Ya me dirán si lo logré o si mi intento fue inútil. Correré el riesgo.

Ver vídeo ‘La paternidad del bebé Jesús’, pinchandoAQUI

Imagina por unos segundos al cristianismo sentado en el banquillo de acusados de un talk show moderno. Sí, exactamente de la manera que muestra el video, pero rodeado y cuestionado por el mundo, obligado a defender la racionalidad humana de sus principales doctrinas: que Dios se hizo hombre, que por amor a la humanidad muere en una cruz, que a través de ese acto nos redime del pecado, especialmente del pecado original, y que resucitó al tercer día y ahora está sentado a la derecha de Dios Padre. Veamos, siendo sinceros, desde una racionalidad humana esto es un cuento de hadas. A nosotros nos suena sensato solo porque tenemos dos mil años de cristianismo en nuestras mentes y en nuestros corazones, pero si, por un segundo, pudiésemos eliminar todo vestigio de cristiandad de nuestras vidas, ¿qué pensaríamos de todo esto? Te digo lo que pienso: nos parecería una patochada de niños, una majadería intelectual, una pseudo-doctrina religiosa destinada al fracaso más absoluto y humillante. ¿Dios con brazos, piernas y en pañales? ¿En serio? ¿Un monoteísmo trinitario? ¡Vamos! ¡Seamos lógicos! Pero eso no es todo… ¿La omnipotencia muerta en una cruz? ¡Me diviertes! Y es que esto es: el cristianismo, desde una razón puramente humana, en el banquillo de un talk show, no podría sostenerse en pie ni siquiera ante la primera pregunta.

Y una vez comprendido esto se puede comprender la inmensidad absoluta, penetrante, magnífica y luminosa de la Virgen María. Porque María, sin pedirlo ni esperarlo, el día de la Anunciación, tuvo al cristianismo sentado en los asientos de su propio talk show. El cristianismo se explicó, tartamudeando, trató de explicar sus doctrinas incomprensibles: habló de Dios y de su hijo hecho un bebé, nacido de una virgen por obra del Espíritu Santo; habló de que este niño también sería Dios, pero que se parecería más bien al amor entre el Padre y el bebito que nacería… es decir, la majadería de la que ya hablamos, la patochada, la pseudo-doctrina que…

Pero María dijo «Sí», la Virgen creyó… y en el mundo se hizo silencio. Los productores del talk show cancelaron la transmisión y la despidieron. Porque la Virgen le había creído al loquito de Gabriel, a quien se le había invitado solo para burlarse de él. La niña palestina confió en que podía existir una racionalidad superior a la racionalidad humana, y que esa racionalidad rompería todos los esquemas humanos. María no se burló de Gabriel, como hubiese debido hacer, ella lo acogió, lo escuchó, y llegado el momento, aceptó formar parte del plan de amor más desquiciado que el oído humano jamás escuchó.

Por esta mujer es que a ti y a mí, hoy, el cristianismo no nos suena a una patochada imbécil. Por ella. Porque ella fue la primera capaz de creer en los planes de Dios. Porque ella había preparado su corazón y su mente para que Dios la superara… ¡Claro! Y Dios… Dios, inteligente como es, supo escoger muy bien a la primera persona a la que le susurraría sus planes… ¡no podía arriesgarse a sentarse en el talk show de tipos como nosotros! ¡No! Mandó a Gabriel a explicarse delante del único corazón humano que podría empezar a transmitir la aventura de la fe católica.

 

18 diciembre 2017 CatholicLink