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Navidad 2017. Ésta no es otra Navidad más

La del lunes 11 de diciembre no ha sido una conferencia al uso, ha sido una llamada al corazón por una mujer llena de amor y energía. Ver toda la conferencia,  pinchando: AQUÍ

Nuestra vecina Doña Mercedes Táuler dio paso a su amiga Doña Paloma Cotelo Oñate, que se presentó contándonos sus experiencias.

Con 53 años, es madre de 9 hijos y abuela de 8 nietos. Enviudó el 10 de noviembre de 2005 y 6 días después nació el último de sus hijos, pero la presencia de Javier, su esposo, le sigue acompañando cada día desde el Cielo.

Empezó afirmando que ninguna Navidad es “otra más”, cada una es singular y especial. La Navidad es alegría, ilusión y esperanza, porque Dios nos manda a su Hijo.

En el Belén, recordamos el Hecho más trascendental del ser Humano y ante él, echamos de menos a las personas queridas que ya no están, pero, la pena es “una pasión” y a pesar de todo debemos estar alegres como cristianos, porque nace el Niño Jesús. El sentido del Adviento es prepararnos para recibirlo ahora y en la Segunda venida, la Parusía

Nuestra vida en cada Navidad es distinta, por el devenir del tiempo y las velas de la Corona de Adviento deben ser la luz de nuestra fe. Adviento es tiempo de oración y silencio. Lo que encontramos en el Portal, es silencio y paz. Queremos preparar el pesebre para esperar con fe la venida del Salvador.

En cada casa se prepara la Navidad a su manera, pero siempre dándole un sentido alegre por el Nacimiento que acontece y aprovechamos para, mientras la adornamos, recordar a los nuestros, dedicar una parte del tiempo a Jesús y a que las tradiciones familiares se conviertan en un profundo sentimiento cristiano, participando en lo que conocemos como Iglesia doméstica.

Cada Navidad, en las cosas pequeñas debemos dar testimonio de nuestra fe y sembrar alegría a nuestro alrededor. La Navidad es tiempo de esperanza y perdón, y se hacen cosas extraordinarias, como dar limosnas, ayudar al necesitado, etc. y debemos procurar hacer las paces con los demás y perdonarnos a nosotros mismos. Es tiempo de proponer cosas a Dios, sabiendo que la Santísima Virgen está en los detalles pequeños y sabe tomar decisiones. Hay que contemplar a los niños pequeños y ver en ellos a Jesús. Se recuerdan Navidades pasadas y tratamos de ser mejores.

¿Cómo miraban María y José al Niño?, la respuesta es sencilla: en silencio y con amor.

La Anunciación se hace primero a los humildes, los pastores, que van corriendo a venerar del Niño. Los Magos, siguieron atentos la estrella hasta dar con la Buena Nueva y se postraron ante Él.

La Navidad se nos mete por los cinco sentidos y debemos llenarnos de ella, preparándonos con devoción, confesando y esperando alegres la noche del 24 de diciembre.

Las fiestas familiares provocan tensiones: ¿Quién se ocupa de las comidas?, ¿Dónde nos reunimos?, ¿Quién viene?, etc., pero todo hay que hacerlo con espíritu de servicio y procurando ser austeros, tanto en alimentos como en regalos. Nos complicamos la vida por cosas materiales y los regalos tienen que ser la ilusión del detalle de amor, no por su valor; lo mismo que las comidas, no tienen por qué ser a base de angulas y otras viandas caras, pueden saber mejor unas simples sopas de ajo tomadas con cariño en buena compañía.

La familia es el sitio donde nos quieren como somos y con ella tenemos que celebrar la Navidad, esperando juntos al Niño Dios, así que esta Navidad no sea otra Navidad más.

En esta entrañable charla, donde no se ha hablado de nada especial, sino de nuestras propias experiencias, hemos recibido un soplo de ilusión y amor, por lo que despedimos a Paloma, agradeciéndole su sencillez, ternura y fuerza, con fuertes aplausos.