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Curso de verano ‘Dar lugar a la razón’

rouco.jpgEs imposible resolver el problema de la relación ‘comunidad religiosa-comunidad política’ si no hay un diálogo sincero de la fe y de la razón que buscan conocer la verdad plena

El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha clausurado esta mañana el curso de verano ‘Dar lugar a la razón’, organizado por la Facultad de Teología San Dámaso en El Escorial, con una conferencia sobre “Comunidad Religiosa y Comunidad política”.

En su intervención, ha hablado del significado de la “lección de Ratisbona”, impartida el pasado mes de septiembre por el Papa Benedicto XVI, para realizar a continuación un planteamiento actual del problema. Así, ha señalado que a la vista de las dos grandes corrientes de pensamiento político y religioso que están condicionando decisivamente la cultura y la sociedad, no sólo europea sino mundial, el Islam radical y el laicismo ideológico, es preciso plantear el problema del modo más “universalizable” posible, pero en el contexto de la debida comprensión de la relación cognoscitiva –epistemológica– y ontológico-existencial entre la razón y la fe.

Y ha añadido que el problema de la relación “comunidad religiosa”-“comunidad política” sólo se puede resolver desde el diálogo Fe-Razón, mientras que este diálogo Fe-Razón sólo se puede practicar con la condición de que se comprenda éticamente y se ordene jurídicamente de acuerdo con la razón, abierta a la luz y al diálogo de la fe.

Después, ha planteado el principio de la libertad religiosa, partiendo de la Declaración “Dignitatis humanae” sobre la libertad religiosa del Concilio Vaticano II, que a su juicio es un hito histórico en el tratamiento del problema de la relación “Iglesia-Estado” en el pensamiento católico.

A la luz de la razón, señaló, el principio de la dignidad de la persona humana es inviolable en su conciencia libre. Y recordó que la libertad religiosa es un derecho a estar inmune de coacción en la sociedad civil en materia religiosa.

A la luz de la Revelación y de la fe, ha recordado que la inmunidad de cualquier coacción humana en la sociedad vale también para la Iglesia en su conjunto, e incluye “la libertad de la Iglesia” y de sus fieles para difundirla y expresarla como profesión de fe y de culto, y como concepción de toda la vida del hombre, sin exceptuar la comunidad política.

Respecto al principio de la libertad religiosa y el principio de cooperación de la comunidad religiosa en y con la comunidad política, recordó que el derecho a la libertad religiosa pertenece a la tabla de derechos fundamentales del hombre, anteriores al Estado y esenciales para que pueda constituirse justamente la comunidad política. Eso significa, añadió, independencia y autonomía entre comunidad religiosa y comunidad política en cuanto a los órganos de autoridad, y en la formación y vida comunitaria, aunque con colaboración por parte de la Iglesia al servicio a la persona humana, por ejemplo atendiendo a la formación de las conciencias.

En cuanto a la cooperación por parte del Estado, dijo que éste debe respetar, promover y garantizar el ejercicio de la libertad religiosa, respetando y acogiendo su servicio cultural y ético, y favoreciendo su servicio social. Destacó la atención que la Iglesia presta al mundo de la marginación, afirmando que se trata de un servicio que va a ser siempre necesario. Como ejemplo, dijo que si la red de las Cáritas parroquiales de Madrid dejase de funcionar un mes, se produciría una catástrofe social. Respecto al servicio de la iluminación de la conciencia que realiza la Iglesia, ha afirmado que no puede ni debe hacerlo el Estado, porque se identificaría con comunidad religiosa. Aunque ha recordado que esta tiene que atenerse y cumplir el orden jurídico establecido legalmente, pero que puede ejercer su función crítica, por ejemplo ante el derecho a la vida, el derecho a la libertad de enseñanza o la defensa del matrimonio y de la familia. No se puede romper el derecho a la libertad religiosa.

Además, ha rechazado la identificación de la religión y la política por vía de absorción, ya que el Estado no puede absorber lo ético.

Para el Cardenal, es imposible desde el punto de vista intelectual y moral resolver el problema de la relación ‘comunidad religiosa-comunidad política’ si no hay un diálogo sincero de la fe y de la razón que buscan responsablemente conocer la verdad plena. Y concluyó afirmando que sólo es posible ese diálogo generalizado entre la fe y la razón en un contexto de una comunidad política respetuosa del derecho a la libertad religiosa en todas sus dimensiones, mientras que sólo por la vía del diálogo fe-razón es posible superar las “patologías de la religión” y “patologías de la razón” que ensombrecen el actual panorama de la humanidad.

En el diálogo que siguió a su intervención, ha afirmado que el Estado no es monopolizador de lo público. Si se considera así, es una situación preocupante, en la que resulta difícil mantener el principio de la libertad religiosa. Ha afirmado que hay que superar esa distinción, ya que el derecho a la libertad religiosa implica la necesidad de ejercer también públicamente la iluminación de las conciencias.

Por último, en respuesta a una pregunta, ha afirmado que la asignatura Educación para la Ciudadanía invade el campo del principio a la libertad religiosa. Ha reconocido que es bueno que exista una asignatura que se llame Educación para la Ciudadanía, pero no la forma concreta como el Gobierno ha desarrollado los contenidos de la misma que, a su juicio, no es compatible con los Artículos 27 y 16 de la Constitución Española.

Archimadrid. Madrid, Infomadrid, 3-8-2007