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Antonio Gaudí, el «arquitecto de Dios», más cerca de los altares

gaudi-tc.jpgLa causa está pendiente de un milagro para decretar su beatificación


A la sede de la Asociación Pro Beatificación de Antoni Gaudí llegan con cierta frecuencia cartas y correos electrónicos desde Sudáfrica, México, Rusia, Japón o Estados Unidos refiriendo supuestas curaciones milagrosas realizadas gracias a la intercesión del genial arquitecto catalán
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Una señora de Chile que asegura que un familiar suyo sanó de forma inexplicable tras pedírselo a Gaudí; otra que, incluso, confió en la intervención del arquitecto para resolver las grietas de su casa, o el último milagro, de hace apenas un mes: el que recibió Ramón Amargant, un vecino de 62 años de Canet de Mar, cuya herida producida tras una operación de implante de prótesis de fémur cicatrizó finalmente tras llevar días supurando.

La pasada semana, la organización que promueve la beatificación del arquitecto catalán presentó un libro que recoge decenas de supuestas acciones milagrosas atribuidas a la intermediación de Gaudí. Ninguna de ellas tendrá ningún valor, sin embargo, hasta que la Congregación vaticana para la Causa de los Santos apruebe, al menos, uno de los milagros. En ese momento, se allanaría el camino para que el genial arquitecto de Reus pueda subir a los altares.

Predicar con la arquitectura

«Gaudí ya tenía fama de santo en 1926, cuando murió», ha asegurado José Manuel Almuzara, presidente de la Asociación, a Veritas. «A través de su amor a la naturaleza, del estudio de sus formas, del orden y de la belleza, nos lleva a Dios Creador», añade. Llevó a Dios a sus contemporáneos y, además, a los estudiosos de la actualidad. «Jun Young Joo, director de la Cámara de Comercio e Industria de Corea, escribió una carta con motivo de su conversión al catolicismo en la que decía: “Gaudí está predicando la fe católica al mundo entero a través de su arquitectura”», refiere Almuzara.

En las columnas de los ventanales de los muros laterales de la Sagrada Familia, el arquitecto colocó las inscripciones «oro, incienso y mirra». «Para él, estos tres elementos simbolizaban la limosna, la oración y el sacrificio», explica. El principal impulsor de la beatificación del arquitecto señala que estos símbolos constituyen «una forma de resumir muy brevemente el mensaje de Gaudí». «Con oración, sacrificio y limosna levantamos el templo material -la Sagrada Familia- y el templo personal», agrega.

Toda su obra, pues, gira en torno a la fe: «La belleza es el esplendor de la Verdad; sin la Verdad no hay arte», solía repetir. Y también: «El hombre sin religión es un ser disminuido espiritualmente, un ser mutilado». Lo decía y lo creía: todas las tardes caminaba desde la Sagrada Familia hasta la iglesia de San Felipe Neri para oír misa. Fue en uno de esos trayectos, precisamente, donde perdió la vida, el 7 de junio de 1926, al ser arrollado por un tranvía. Frecuentaba también los sacramentos y rezaba diariamente en la cripta de su obra inconclusa. «Todo lo ponía al servicio de Dios y estaba convencido de que debía desarrollar sus dones para la gloria de Dios», señala Almuzara.

Partidarios de su beatificación no le faltan: el cardenal polaco Stanislaw Dziwisz, secretario personal de Juan Pablo II durante décadas, asegura «rezar por la pronta beatificación» del genio catalán.

Álex Navajas