Iglesia Activa (III)
Dice el catecismo de la Iglesia Católica:
<< Por laicos se entiende aquí a todos los cristianos, excepto los miembros del orden sagrado y del estado religioso reconocido en la Iglesia. Son, pues, los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el Pueblo de Dios y que participan de las funciones de Cristo, Sacerdote, Profeta y Rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo>>.
La iniciativa de los cristianos laicos es particularmente necesaria cuando se trata de descubrir o de idear los medios para que las exigencias de la doctrina y de la vida cristianas impregnen las realidades sociales, políticas y económicas. Esta iniciativa es un elemento normal de la vida de la Iglesia.
Los fieles laicos se encuentran en la línea más avanzada de la vida de la Iglesia; por ellos, la Iglesia es el principio vital de la sociedad. Por tanto ellos, especialmente, deben tener conciencia, cada vez más clara, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la Iglesia; es decir, la comunidad de los fieles sobre la tierra bajo la guía del jefe común, el Papa, y de los obispos en comunión con él. Ellos son la Iglesia.
De manera particular, los padres participan de la misión de santificación <<impregnando de espíritu cristiano la vida conyugal y procurando la educación cristiana de los hijos>>.
Los laicos, si tienen las cualidades requeridas, pueden ser admitidos de manera estable a los ministerios de lector y de acólito. <<Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos, aunque no sean lectores ni acólitos, suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la Sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho>>.
Los fieles laicos que sean capaces de ello y que se formen para ello también pueden prestar su colaboración en la formación catequética, en la enseñanza de las ciencias sagradas, en los medios de comunicación social. << Tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestarla a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres y la reverencia hacia los pastores, habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas>>.
Los fieles han de <<aprender a distinguir cuidadosamente entre los derechos y deberes que tienen como miembros de la Iglesia y los que les corresponden como miembros de la sociedad humana. Deben esforzarse en integrarlos en buena armonía, recordando que en cualquier cuestión temporal han de guiarse por la conciencia cristiana. En efecto, ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios>>. << Así, todo laico, por los mismos dones que ha recibido, es a la vez testigo e instrumento vivo de la misión de la Iglesia misma “según la medida del don de Cristo”>>.
Ante estas afirmaciones, sobrecoge el sentir la responsabilidad que tenemos los fieles para con la Iglesia en su conjunto y para con nuestros semejantes de cualquier credo y color. No podemos dejar que la “Iglesia” y su “Jerarquía” caminen solos, formamos parte con ellos de algo, tan inmenso, que debe llevarnos a una implicación personal al alcance de nuestra medida porque, simplemente, la IGLESIA SOMOS TODOS.
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