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Para encontrar el Norte (24/…): ¿Y cómo vieron los primeros cristianos esta Iglesia?

Para encontrar el Norte (24/…): ¿Y cómo vieron los primeros cristianos esta Iglesia?

El hombre es un buscador pero necesita una brújula para encontrar su norte.

III. LA SORPRENDENTE IGLESIA

En esta Brújula tenemos cuatro sesiones sobre la Iglesia que muchos no acaban de entender en su realidad como presencia real de Dios en la historia. 

2ª Sesión

Barto pregunta: ¿Y cómo vieron los primeros cristianos esta Iglesia?

-Los apóstoles fueron llamados a estar con Jesús y formados para cumplir la misión de desarrollar los pasos históricos de la Iglesia fundada por Cristo y nacida con el impulso del Espíritu en Pentecostés, después de la Resurrección y Ascensión gloriosa a los cielos. Desde aquella primera llamada fueron comprendiendo el propósito de Jesucristo recibiendo progresivamente explicaciones acerca de la virtualidad del Reino de Dios sobre su estructura ordenada al bien de las almas sobre la nueva vida en la comunión de la verdad, y sobre los sacramentos centrados en la Eucaristía como medios eficaces de santificación. 

Se trata entonces de una comunidad que se extiende prodigiosamente por la tierra en pocos años mediante el testimonio de los apóstoles -sellado con su sangre- y de los discípulos que llegan al lejano oriente y a los límites de occidente en Hispania. Todo ello se realiza según la providencia divina en la vida de los primeros cristianos movidos por la caridad y el impulso del Espíritu Santo sufriendo persecución pero respondiendo con caridad. Pronto pudieron comprobar que se cumplían aquellas palabras de Jesucristo: «Se me ha dado todo poder en el Cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo cuanto os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mateo 28,18-20).

En resumen es fácil advertir que ninguna otra expansión histórica se puede comparar a esta de la Iglesia de Jesucristo por la fuerza del amor; no sólo en los comienzos con acciones extraordinarias, sino a lo largo de veinte siglos de cristianismo.

Otra pregunta es ¿cómo saber que esa Iglesia fundada por Jesús es la Iglesia católica?

-Son muchos los hombres que han llegado a la Iglesia a lo largo de la historia al comprobar las obras de misericordia: desde la enseñanza de los jóvenes en los primeros siglos fundando escuelas y universidades catedralicias hasta la atención solidaria de los misioneros en África o América del Sur; desde la caridad con  los necesitados, enfermos y viudas realizando colectas que nunca se han interrumpido, hasta crear hospitales para peregrinos a lo largo de toda Europa y Oriente medio; sin olvidar a los misioneros que han realizado desde el principio una labor humanitaria y civilizadora que eleva a los pueblos.

Algunos conversos proceden de otras religiones y otros muchos son recibidos en la Iglesia de Roma desde otras confesiones cristianas derivadas de la reforma luterana. Unos son intelectuales que reconocen el valor de la tradición viva, como el anglicano J.H.Newman o el matrimonio Scott y Kimberly Hann que descuben la Iglesia como dulce hogar que es en verdad; pensadores como G.K.Chesterton o T.S.Eliot; judíos como el filósofo J.Maritain o Edith Stein; y muchos católicos que vuelven a la fe después de haberla abandonado y sin encontrar nada semejante en sus correrías por el mundo, como Alejandra Borguese, e incluso ateos que superan años de comunismo como T.Gorícheva, etc., sin olvidar musulmanes que se ocultan bajo nombres supuestos para no ser asesinados por su propia familia, como Joseph Fadelle o Sabatina James.

Desde luego no es infrecuente encontrar críticas a la Iglesia por los errores prácticos o teóricos de algunos de sus fieles, que no han faltado en ninguna época, y singularmente en la vuestra, como fruto de las miserias humanas y de la falta de coherencia con el Evangelio, aunque sea de justicia reconocer el carácter minoritario de estas conductas y pecados.

La fe auténtica y aun el sentido común invitan a observar sobre todo la constelación de santos canonizados o desconocidos en todas las épocas, principalmente en el siglo XX, el de multitud de santos y también de mártires. No parece lógico focalizar la mirada sobre puntos negros concretos en lugar de contemplar la numerosa muchedumbre de cristianos que se esfuerzan por ser fieles a su vocación religiosa, sacerdotal, o laical. Todos podríamos referir ejemplos próximos de personas de fe sembradoras de paz que os ayudan con su testimonio diario a ser buenos ante Dios y justos ante nuestros conciudadanos, y a transformar las estructuras humanas con la caridad de Jesucristo. Para todos brillan algunos santos destacados ahora como Juan Pablo II, Juan XXIII, Pablo VI, Teresa de Lisieux, Madre Teresa, Josemaría Escrivá, o Álvaro del Portillo. Es significativo que ya Juan Pablo II canonizara cerca de novecientos santos, después de estudios y procesos detallados sobre sus vidas ejemplares y entrega a los demás, no como una operación de propaganda, sino en reconocimiento de que el Espíritu Santo sigue actuando en todas las épocas. 

Jesús Ortiz