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Para encontrar el Norte (23/….).  La sorprendente Iglesia

Para encontrar el Norte (23/….). La sorprendente Iglesia

El hombre es un buscador, pero necesita una brújula para encontrar su norte.

III. LA SORPRENDENTE IGLESIA

En esta Brújula cuatro sesiones sobre la Iglesia que muchos no acaban de entender en su realidad como presencia real de Dios en la historia. 

1ª Sesión

Barto pregunta: Mucha gente se aleja de la Iglesia porque ven miserias; por eso pregunto ¿en qué medida es necesaria la Iglesia para salvarse?

Pedro: -Desde hace siglos muchas personas se hacen esta misma pregunta, sobre todo quienes conocen algo de la Iglesia, aunque no sean católicos. El Concilio Vaticano II ha tratado esta cuestión con claridad y delicadeza en varios documentos basándose en la revelación divina recibida y en la experiencia de la historia.

Considera que fuera de la Iglesia católica pueden encontrarse algunos medios de salvación, y reconoce con sincero respeto esas diversas doctrinas, preceptos y modos de vivir. Porque reflejan algo de la Verdad de Dios que ilumina a todos los hombres. Bien entendido que esto no debe llevar al indiferentismo religioso como si los diversos caminos fueran equivalentes, porque las religiones históricas o la religiosidad innata del hombre necesitan purificación. 

Por ello la Iglesia de Jesucristo no puede ser infiel a su misión de anunciar a Cristo y ofrecer los medios de gracia y santificación que ha recibido de Dios. En efecto, las principales religiones monoteístas como el judaísmo y el islam reconocen al Dios único, aunque le llamen con diversos nombres, siendo esto un punto fundamental de confluencia.  Pero no es suficiente y sería poco lógico que el Dios único permitiera que los hombres le busquen a tientas sin mostrar con claridad el mejor camino para reunirse con Él.

Por otra parte, es preciso reconocer que la sociabilidad natural de los hombres se expresa también en el hecho religioso al desarrollar relaciones profundas mediante creencias, costumbres y ritos. De modo que parece natural que Dios Padre haya actuado dando un cauce más profundo ofreciendo una alianza al pueblo elegido y detallando los aspectos fundamentales de la religión judía. Después su Hijo Jesucristo ha cumplido la Redención y ha fundado la Iglesia a partir de aquella raíz hebrea, si bien dando un giro completo presentándose en verdad como el Salvador de la humanidad. 

Si meditas el Nuevo Testamento verás muchos pasajes que muestran con claridad la voluntad expresa de Jesucristo de fundar la Iglesia. Jesús habló repetidas veces en parábolas sobre el Reino de los Cielos para hacer comprender el nuevo orden de gracia que era la Iglesia. Pero no sólo habló del reino de la fe y la caridad, sino que también precisó que estaba estructurado según una jerarquía, para lo cual elige a los doce como conjunto organizado dándoles poderes: «después de haber hecho oración al Padre, llamando a los que quiso, eligió a doce para que viniesen con Él y para enviarlos a predicar el reino de Dios» (Marcos 3,13). 

Entre ellos otorgará a Pedro la primacía con aquellas palabras solemnes: «Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Te daré las llaves del Reino de los Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra quedará atado en los Cielos, y todo lo que desatares sobre la tierra, quedará desatado en los Cielos (Mateo 16,18-18).

Después de su Resurrección también habla con solemnidad a los apóstoles confiándoles la misión: «Id, pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mateo 28,19) para dar a los hombres los medios de santificación y salvación, sobre la base de la transmisión de una misma fe y la administración de los sacramentos. Por este motivo se dice que la Iglesia es, en este mundo, “sacramento de salvación”, es decir, signo e instrumento de la comunión con Dios y entre los hombres, como enseña el Catecismo (n. 776). Y les formó como colegio o grupo organizado con capacidad para transmitir esa elección y poder sobrenatural a los sucesores, el Papa y los obispos en comunión.

La buena nueva del Evangelio significa desde entonces la nueva alianza sellada con su sangre redentora que establece definitivamente el Reino de Dios en la historia, y por ello una sola fe, un solo bautismo, una sola Iglesia.

Jesús Ortiz