Halloween

Halloween

Es impresionante el poder de la publicidad en nuestro medio que nos lleva a comprar, a pensar y a vivir de una manera en la que ni siquiera hemos reflexionado. Cuando nos damos cuenta estamos atrapados por el consumismo, el cual no respeta edad, nacionalidad o creencia religiosa. Se vale de cualquier elemento para atraer nuestra atención con el fin de vender. El problema es que muchas veces, los que salimos más perjudicados con esto somos los cristianos.

Entre los ejemplos que podríamos mencionar están la Navidad y la fiesta de Todos los Santos. En la primera nos damos cuenta, con bastante tristeza, que el día de Navidad, estamos llenos de regalos, sin un centavo en la bolsa y lo peor, es que nuestra actividad “compradora” ha dejado de lado la preparación espiritual para la fiesta del “nacimiento de Cristo”. Se ha cambiado su figura por un Santa Claus y la cena de Navidad consiste en el intercambio de regalos y una exquisita cena (si ésta es posible dado que ya se gastó uno todo el aguinaldo y las tarjetas de crédito están hasta el tope). De manera que nuestra fiesta cristiana, poco a poco se ha ido transformando en una fiesta comercial, en la que muchas veces el único ausente es precisamente el festejado: Cristo.

Caso semejante sucede con la celebración de “Todos los Santos” en donde vemos que al aproximarse el 31 de Octubre las tiendas se ven llenas de: máscaras, trajes de monstruos, atuendos de brujas, calabazas con expresiones terroríficas, etc., en fin, de artículos que poco tendrían que ver con nuestra fe y con la fiesta que se celebrará. (…)

Para nuestra reflexión

Ante todos estos elementos que componen hoy la fiesta de “Halloween” nos preguntamos:

¿Es que, en aras de la diversión podemos aceptar que los niños al visitar las casas de los vecinos, les EXIJAN dulces a cambio de no hacerles un daño (rayar las paredes, romper huevos en las puertas, etc.)?

¿Qué experiencia (moral o religiosa) queda en el niño que para “divertirse” ha usado disfraces de diablos, brujas, muertos, monstruos, vampiros y demás personajes relacionados principalmente con el mal y el ocultismo, sobre todo cuando la televisión y el cine identifican estos disfraces con personajes contrarios a la sana moral y ni que decir de la fe y los valores del evangelio (paz, justicia, amor, lealtad, bondad, etc.)?

¿Cómo podríamos justificar como padres de una familia cristiana que nuestros hijos, en el día de Halloween, hagan daño a las propiedades ajenas? ¿No seríamos totalmente incongruentes con la educación que hemos venido proponiendo en la cual se debe respetar a los demás y que las travesuras o maldades no son buenas? ¿No sería esto aceptar que una vez al año se puede hacer lo prohibido?

Con los disfraces y la identificación que tienen estos con Hollywood, ¿no estamos promoviendo en la conciencia de los pequeños que el mal y el demonio son sólo fantasías, parte de un mundo que no tiene que ver con nosotros y que no nos afectan?

¿Qué experiencia religiosa o moral queda después de la fiesta de Halloween? ¿No es ésta otra forma de relativismo religioso con la cual vamos permitiendo que nuestra fe y nuestra vida cristiana se vean debilitadas?

Si somos sinceros con nosotros mismos y buscamos ser fieles a nuestra fe y a los valores del Evangelio, tendríamos que concluir que la ACTUAL fiesta de “Halloween” no sólo no tiene nada que ver con la celebración que le dio origen, sino que incluso es nociva y contraria a la fe y la vida cristiana.

Ante esta realidad que inunda nuestro medio y que es promovida sin medida por el consumismo en el que estamos envueltos nos preguntamos: ¿Qué podemos hacer? ¿Taparnos los ojos para no ver la realidad? ¿Buscar buenas excusas para justificar su presencia y no darle mayor importancia, que al cabo que es un juego mientras que ésta se sigue esparciendo por el mundo como un reguero de pólvora? ¿Prohibirles a nuestros hijos que participen en ella mientras que muchos de sus vecinitos y amigos ese día estarán en la calle y ellos no? ¿Serían capaces los niños de entender todos los peligros que corren y el porqué de nuestra negativa a la vivencia de la fiesta?

Catholic.net

Ver vídeo “¿Deberíamos permitir a nuestros hijos celebrar el Halloween?” – Padre Pedro Nuñez, pinchando: AQUÍ