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DESIERTO CUARESMAL

DESIERTO CUARESMAL

Hoy compartimos con vosotros la homilía de nuestro Párroco sobre el Evangelio de hoy, cuarto domingo de Cuaresma. Lo tenéis a continuación en audio, seguido del texto.

El Evangelio de hoy nos habla del Ciego de nacimiento, Una ceguera que puede impedir ver la hermosura de lo que me rodea, pero que existe aunque no la vea. Jesús le curará por su fe. Por eso querría reflexionar sobre algunas cosas

En la Cuaresma rememoramos los cuarenta días de Jesús en el desierto antes del inicio de su vida pública. Y este año se está convirtiendo para nosotros, por el coronavirus, en un verdadero desierto debido al confinamiento.

Podemos pensar porqué Jesús eligió el desierto para retirarse, ya que habría distintos modos de hacerlo. Cada uno puede ver distintas cosas, pero me gustaría reflexionar sobre ellas. También nosotros hubiéramos preferido otra forma de afrontar la Cuaresma, pero esta nos ha sido dada.

Jesús se retira por varios motivos, como nos revelará El mismo: para preparase El a la misión, para ser tentado por el diablo y para preparar el corazón de sus futuros oyentes. Aunque resulte obvio, cuando uno está en el desierto no ve nada, no hay personas ni árboles ni animales, tan solo arena o piedras como es el desierto de Judea, que no es el del Sahara. No hay nada para ver solo silencio. Y esto lo tuvo durante cuarenta días y sus noches, a la vez que hacía oración y ayuno. En el Evangelio de Mateo, nos dice que Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto. Fue una decisión no tomada por El sino impelida por el Espíritu. También nosotros en este desierto del confinamiento nos lo hemos encontrado, y de alguna manera hemos de hacerlo nuestro, para sacar fruto espiritual. No lo he elegido, pero si lo he aceptado. Esto es una forma de vivir la oración del Padrenuestro, en el hágase tu voluntad. No entendemos, incluso podríamos decir que ni vemos la mano de Dios en todo esto. A lo sumo, lo interpretaríamos como un castigo ante tantos desprecios del hombre hacia Dios y a la Ley natural. No entiendo nada. Y sin embargo, Dios no nos abandona, al igual que no abandonó a su Hijo ni siquiera ante las tentaciones del Maligno. Tampoco es un castigo. Pero si espera encontrarse con cada uno de nosotros en ese silencio del desierto, en estos instantes de incertidumbre y duda.

Desierto puede ser lugar de desesperanza o de encuentro. Dependerá de cómo lo afrontemos

El desierto fue para Jesús la ocasión para hablar profundamente con el Padre y sabemos que luego lo haría muy a menudo y siempre buscando la soledad, incluso la noche, mientras los discípulos dormían. El silencio es el lugar de encuentro con Dios, por eso las almas enamoradas lo buscan ¿Cómo anda tu búsqueda de silencio para hablar con Él? Dios habla, pero para escucharle requerimos silencio, En la oración importa más escuchar a Dios que contarle cosas, aunque ambas son buenas.

Jesús coge fuerzas humanamente porque se fía de Dios. A través de la oración del alma y del cuerpo, que es el ayuno, ha reconocido que el amor del Padre es más fuete que cualquier cosa y apoyándose en El estará seguro. Ese camino debe ser el que hemos de recorrer cada uno de nosotros y esta ocasión es propicia para ello. Incrementa tu oración, hazla con más calma, retírate y busca el silencio, pon más cariño y delicadeza en ella. Añade tu ayuno, sobre todo el de la mala cara, las contestaciones desagradables, el del mal ambiente y busca que sean días de paz y alegría en tu casa.

El Maligno buscará desanimarte, será su tentación más importante y has de estar prevenido. Cristo siempre triunfa y la respuesta está en su palabra, así que aprovecha a leer y saborear estos días el Nuevo Testamento.

Pero Jesús también reza pensando en nosotros. ¿Qué le pediría al Padre? ¿Qué me escuchen, que se fíen de Mí? ¿Que descubran las palabras de sabiduría para que sean felices? Que confíen en Mí que con tu ayuda superaré toda prueba? Pues imagina que te hubiera gustado que pidiera para ti y ten la certeza de que lo hizo. Y tú ahora se lo puedes recordar, para que renueve esa petición ante el Padre.

Cristo triunfa siempre, pero no del modo que nosotros programaríamos. Él lo hace a través de la Cruz y ese mensaje hemos de aprovechar para entenderlo y unirnos a Él. Fijémonos en Dios, a pesar de la Cruz que tengamos que llevar y saldremos victoriosos. Sabiendo que nuestra victoria no es para este mundo sino para la dicha eterna. Así entenderemos la agonía de Jesús en el Huerto, porque tras la cuaresma viene la Pascua. ¿Cuánto bien podrá sacar el Señor de todo esto? Cuánto está sacando ya a través de la comunión de los Santos, que hace que nos sintamos unidos por medio de esa Eucaristía a la que físicamente no podemos asistir. Os puedo asegurar que es una experiencia que estoy teniendo de sentiros mucho más cerca y presente en la Misa que de costumbre. Me siento más sacerdote en esta situación ya que elevo vuestra oración al Padre en vuestro nombre y me siento reflejado en esa labor sacerdotal. No os tengo físicamente cerca y sin embargo estáis más presentes en mi corazón que en otras ocasiones. Esto es lo que hace el Señor con aquellos que le aman. Y por lo que veo Dios está haciendo ese mismo trabajo en vuestro corazón. Así que terminó dándole gracias al Padre por su Paternidad, a Jesucristo por nuestra Redención y al Espíritu Santo por su acción en nuestras almas santificándonos y purificándonos en esta situación.

Que Dios os bendiga.

 

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