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El Papa clausura el Año Paulino ante el sarcófago con las reliquias del Apóstol

En la Basílica de san Pablo Extramuros, se han celebrado ayer tarde las primeras vísperas de la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo, con las que el Papa Benedicto XVI ha clausurando el Año Paulino. Ante el sarcófago del apóstol -conservado bajo el altar papal-, el Pontífice ha anunciado que se ha realizado un exhaustivo estudio de su interior, desvelando que los restos hallados pertenecen a una persona que vivió entre el siglo I y II. De este modo se confirma, ha exultado Benedicto XVI, que se trata de los restos mortales del apóstol Pablo, “lo que nos llena de profunda emoción”.
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El Santo Padre ha clausurado el Año Paulino, recordado la importancia que todavía hoy tienen las cartas escritas por el “apóstol de las gentes”, y en este sentido ha analizado algunos pasajes. Deteniéndose en su Carta a los Romanos, el Papa ha subrayado dos palabras clave: “transformar” y “renovar”. “El mundo está siempre a la búsqueda de la novedad, porque siempre está descontento de la realidad concreta”, ha dicho Benedicto XVI señalando que al respecto, Pablo dice: “el mundo no puede ser renovado sin hombres nuevos”. Es decir, que no hay que ser conformistas, sino que hay que ser hombres nuevos, transformando nuestro modo de pensar. “El pensamiento del hombre viejo, el modo de pensar común, está dirigido en general hacia las posesiones, el éxito y la fama -ha dicho Benedicto XVI señalando que- de este modo la visión es limitada, porque sólo queda el propio ‘yo’ al centro del mundo, por lo que tenemos que aprender a pensar de manera más profunda”, entendiendo “la voluntad de Dios”.
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Aplicando las enseñanzas de Pablo a nuestro mundo de hoy, Benedicto XVI ha señalado que no es valiente quien cree en una fe confeccionada a su gusto personal, sino que “valiente es quien se adhiere a la fe de la Iglesia –ha dicho el Papa- incluso si ésta contradice el ‘esquema’ del mundo contemporáneo”.
“El nuevo modo de pensar que nos dona la fe –ha proseguido Benedicto XVI- se dirige hacia la verdad”, porque el poder de la fe, el poder de Dios, es la verdad. El Santo Padre ha concluido recordando que la debilidad del hombre de hoy es el vacío interior. Para evitarlo, el Papa ha señalado la “necesidad de una razón iluminada del corazón”, para aprender a actuar según la verdad en la caridad. “Pero esto no se realiza –ha finalizado- sin una íntima relación con Dios, sin la vida de oración”.
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Las celebraciones conclusivas de este Año Paulino se desarrollan en Roma, y en los diferentes “lugares paulinos”, con la presencia de los enviados especial del Pontífice. En particular, en Tierra Santa se encuentra el Card. Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos; en Malta, el Card. Ennio Antonelli, presidente del Consejo Pontificio para la Familia; en Turquía, el Card. Jean Louis Tauran, presidente del dicasterio vaticano para el diálogo interreligioso; en Grecia, el Card. Josef Tomko, emérito de la Congregación para la evangelización de los Pueblos; en Siria, el Card. Antonio Maria Rouco Varela, arzobispo de Madrid; y en el Líbano, el card. André Vingt-Trois, arzobispo de París.
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