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El Papa rebate a quienes afirman que san Pablo inventó el cristianismo

La importancia que concede en sus cartas a la Tradición viva de la Iglesia “demuestra cuán equivocada está la visión de quienes atribuyen a Pablo el invento del cristianismo”, explicó este miércoles Benedicto XVI durante la audiencia general.

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El Papa dedicó la catequesis por quinta vez a la figura del apóstol san Pablo, en esta ocasión, en relación con los Doce y con la Iglesia de Jerusalén. La audiencia tuvo lugar en la Plaza de San Pedro, y en ella participaron cerca de 15.000 peregrinos de los cinco continentes, entre ellos varios grupos procedentes de Europa del Este y de Oceanía.

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Según explicó Benedicto XVI, la relación entre Pablo y el resto de los apóstoles “estuvieron siempre marcadas por un profundo respeto y por la franqueza que en Pablo derivaba de la defensa de la verdad del Evangelio”.

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Destacó especialmente la relación con Pedro, a quien consultó durante quince días sobre la vida terrena de Jesús.
Según el Papa, Pablo transmite fielmente en sus Cartas las dos fórmulas fundamentales de la tradición viva de la Iglesia, que son el anuncio de la Resurrección y la Eucaristía.

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Estas fórmulas, que contienen las palabras de Jesús en la Última Cena y la enumeración de las apariciones del Resucitado, “son elementos constitutivos y conciernen a la Eucaristía y a la Resurrección; se trata de textos ya formulados en los años treinta”.

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“Él los transmite verbalmente, tal y como los ha recibido, con una fórmula muy solemne: “Os transmito cuanto he recibido”. Insiste por tanto en la fidelidad a cuanto él mismo ha recibido y fielmente transmite a los nuevos cristianos”, añadió el Papa.

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Además, ambas fórmulas constituyen también el nudo de la teología paulina, explicó, pues las palabras de Jesús en la Última Cena “son realmente para Pablo centro de la vida de la Iglesia”.

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“De este centro eucarístico, del que nace siempre de nuevo la Iglesia -también para toda la teología de Pablo, para todo su pensamiento- estas palabras tienen un notable impacto sobre la relación personal de Pablo con Jesús”.
El otro texto, sobre la Resurrección, nos transmite de nueva la misma fórmula de fidelidad. San Pablo escribe: “Os transmití, en primer lugar, lo que a mi vez recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se apareció a Cefas y luego a los Doce”.

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Al incluir su propia experiencia en el camino de Damasco, Pablo “subraya la identidad y la unicidad del anuncio del Evangelio: tanto ellos como yo predicamos la misma fe, el mismo Evangelio de Jesucristo muerto y resucitado que se entrega en la Santísima Eucaristía”, añadió el Papa.

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Por tanto, explicó, la importancia que Pablo confiere a la Tradición viva de la Iglesia “demuestra cuán equivocada está la visión de quienes atribuyen a Pablo el invento del cristianismo: antes de proclamar el evangelio de Jesucristo, le ha encontrado en el camino de Damasco y lo ha conocido en la Iglesia”.

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“Cuanto más intentamos seguir las huellas de Jesús de Nazaret por los caminos de Galilea, tanto más podemos comprender que él ha tomado a cargo nuestra humanidad, compartiéndola en todo excepto en el pecado. Nuestra fe no nace de un mito, ni de una idea, sino del encuentro con el Resucitado, en la vida de la Iglesia”, concluyó el Papa.

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CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 24 de septiembre de 2008 (ZENIT.org).-