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Homilía del Papa en la misa presidida en la Explanada de Les Invalides (y vídeo:00.57)

benedicto-xvi-oficia-misa-multitudinaria.jpg13 septiembre 2008

“[El] llamamiento a huir de los ídolos sigue siendo válido también hoy. ¿Acaso nuestro mundo contemporáneo no crea sus propios ídolos? ¿No imita, quizás sin saberlo, a los paganos de la antigüedad, desviando al hombre de su verdadero fin de vivir por siempre con Dios? Ésta es una cuestión que todo hombre honesto consigo mismo se plantea un día u otro. ¿Qué es lo que importa en mi vida? ¿Qué debo poner en primer lugar?

La palabra “ídolo” viene del griego y significa “imagen”, “figura”,
“representación”, pero también “espectro”, “fantasma”, “vana apariencia”.
El ídolo es un señuelo, pues desvía a quien le sirve de la realidad para
encadenarlo al reino de la apariencia. Ahora bien, ¿no es ésta una
tentación propia de nuestra época, la única sobre la que podemos actuar de
forma eficaz? Es la tentación de idolatrar un pasado que ya no existe,
olvidando sus carencias, o un futuro que aún no existe, creyendo que el
ser humano hará llegar con sus propias fuerzas el reino de la felicidad
eterna sobre la tierra (…).

¿Cómo llegar a Dios? ¿Cómo lograr encontrar o reencontrar a Aquel que el
hombre busca en lo más profundo de sí mismo, hasta olvidarse
frecuentemente de sí? San Pablo nos invita a usar no solamente nuestra
razón, sino sobre todo nuestra fe para descubrirlo. Ahora bien, ¿qué nos
dice la fe? El pan que partimos es comunión con el Cuerpo de Cristo; el
cáliz de acción de gracias que bendecimos es comunión con la Sangre de
Cristo. Extraordinaria revelación que proviene de Cristo y que se nos ha
transmitido por los Apóstoles y toda la Iglesia desde hace casi dos mil
años: Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía en la noche del
Jueves Santo. Quiso que su sacrificio fuera renovado de forma incruenta
cada vez que un sacerdote repite las palabras de la consagración del pan y
del vino.

Desde hace veinte siglos, millones de veces, tanto en la capilla más
humilde como en las más grandiosas basílicas y catedrales, el Señor
resucitado se ha entregado a su pueblo, llegando a ser, según la famosa
expresión de San Agustín, “más íntimo en nosotros que nuestra propia
intimidad” (cf. Confesiones, III, 6.11).

Hermanos y hermanas, veneremos fervientemente el sacramento del Cuerpo y
la Sangre del Señor, el Santísimo Sacramento de la presencia real del
Señor en su Iglesia y en toda la humanidad. Hagamos todo lo posible por
mostrarle nuestro respeto y amor. Démosle nuestra mayor honra. Nunca
permitamos que con nuestras palabras, silencios o gestos, quede desvaída
en nosotros y en nuestro entorno la fe en Cristo resucitado presente en la
Eucaristía (…).

Permitidme hacer un llamamiento, esperanzado en la fe y en la generosidad
de los jóvenes que se plantean la cuestión de la vocación religiosa o
sacerdotal: ¡No tengáis miedo! ¡No tengáis miedo de dar la vida a Cristo!
Nada sustituirá jamás el ministerio de los sacerdotes en el corazón de la
Iglesia.  Queridos jóvenes o no tan jóvenes que me escucháis, no dejéis
sin respuesta la llamada de Cristo (…).

[Cristo] mismo nos ha enseñado a huir de la idolatría y nos invita a
construir nuestra casa “sobre roca” (Lc 6,48). ¿Quién es esta roca sino Él
mismo? Nuestros pensamientos, palabras y obras sólo adquieren su verdadera
dimensión si las referimos al mensaje del Evangelio. “Lo que rebosa del
corazón, lo habla la boca” (Lc 6, 45). Cuando hablamos, ¿buscamos el bien
de nuestro interlocutor? Cuando pensamos, ¿tratamos de poner nuestro
pensamiento en sintonía con el pensamiento de Dios? Cuando actuamos,
¿intentamos difundir el Amor que nos hace vivir? Él mismo nos ha enseñado
a huir de la idolatría y nos invita a construir nuestra casa “sobre roca”
(Lc 6,48). ¿Quién es esta roca sino Él mismo?

Nuestros pensamientos, palabras y obras sólo adquieren su verdadera
dimensión si las referimos al mensaje del Evangelio. “Lo que rebosa del
corazón, lo habla la boca” (Lc 6, 45). Cuando hablamos, ¿buscamos el bien
de nuestro interlocutor? Cuando pensamos, ¿tratamos de poner nuestro
pensamiento en sintonía con el pensamiento de Dios? Cuando actuamos,
¿intentamos difundir el Amor que nos hace vivir?

Ver vídeo, pulsando en http://es.noticias.yahoo.com/vocento/20080913/video/vwl-multitudinaria-misa-de-benedicto-xvi-060abc3.html