Eutanasia
DECLARACIÓN DE LA COMISIÓN PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
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LA EUTANASIA ES INMORAL Y ANTISOCIAL. Madrid, 19 de febrero de 1998.
(…) V. En favor de una muerte buena y digna
a) La verdadera compasión es la caridad, que no quita la vida
19. La aceptación social y legal de la eutanasia no es un buen camino para que podamos morir bien y con dignidad. La Iglesia trabaja en favor de la muerte buena y digna. El ejemplo de la Madre Teresa de Calcuta está en la memoria de todos. Muchas otras personas e instituciones católicas han trabajado y trabajan para que los enfermos y los ancianos tengan el calor humano y la asistencia material que necesitan hasta el último momento de su vida. La fe en Jesucristo que la Madre Iglesia alumbra en nosotros es, en definitiva, la mejor ayuda para todos y cada uno de los que vamos al encuentro de la muerte. La fe, la esperanza y la caridad son los verdaderos caminos hacia la muerte buena y digna. Las ciencias humanas lo confirman cuando hablan de que el moribundo necesita no sólo una atención médica puramente técnica, sino también un ambiente humano, la cercanía de sus seres queridos y, en caso necesario, los cuidados paliativos que le permitan aliviar el dolor y vivir con serenidad el final de esta vida. La verdadera piedad y compasión no es la que quita la vida, sino la que la cuida hasta su final natural. En cambio, quien cediendo a una falsa compasión o a una equivocada idea de progreso, colabora directamente en dar muerte a alguien se hace cómplice de una grave mal moral y contribuye a minar los cimientos de la convivencia en la justicia. A nadie se le puede obligar a esa colaboración inmoral. En su caso, sería obligada la objeción de conciencia
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EUTANASIA EN ESPAÑA. DE NUEVO, CON BERNAT SORIA, POLÍTICA EN VEZ DE SANIDAD
La eutanasia, con todas las componendas y oropeles verbales con que se adorne, sigue siendo eutanasia. Lo vimos con Ramón Sampedro, y con Terri Schiavo y con el italiano Piergiorgio Welby. Esto, que es una obvia tautología, parece que no lo es tanto para el gobierno español, y su ministro de salud, Bernat Soria. Para estos, sólo es una baza política.
En una reciente entrevista, concedida al diario El Mundo, anteayer, 9 de septiembre, el ministro dice, sin más, desde su ignoto y peculiar “observatorio de la sociedad”, que la eutanasia «es una asignatura pendiente en la sociedad española» y que tiene en su agenda su legalización.
Luego hace malabarismos y equilibrios verbales entre cosas extremas que queda claro que son asesinato o encarnizamiento terapeutico, para colocar curiosamente su peculiar visión de la eutanasia en una especie de limbo intermedio y casuístico… Algo semejante a la vieja y efectiva estrategia del “caso límite que luego se generaliza” (variante perversa del “método del caso” en las Business Schools), empleado para el aborto y otras medidas legislativas que nos permiten “progresar tranquila e indiscriminadamente en la modernidad”, sea esto lo que fuere…
Tiene razón el editorial de ese mismo diario -diverso de su habitual “apuntarse” al progreso de la modernidad, sea lo que fuere- al apostillar esa entrevista y decir que hay en juego más política que sanidad:
Hasta ahora, Soria ha presentado en sus manifestaciones un perfil más político que de gestor. En la entrevista que publicamos no duda en asegurar, por ejemplo, que «la izquierda cura más que la derecha». Si al final da prioridad a su voluntad de regular la eutanasia no sólo generará una nueva polémica nacional, sino que dará la razón a quienes opinan que está más empeñado en crear debates ideológicos a costa de los moribundos que en contribuir a mantener vivos a los demás.
No creo que resulte de interés entrar a discutir si la izquierda cura o deja de hacerlo, precisamente cuando se habla de la eutanasia, y quien lo hace, ministro apoyado por su gobierno, se ha dedicado -sin frutos científicos, aunque sí fama y dinero- al turbio asunto de la clonación y las células-madre conseguidas eliminando seres humanos embrionarios (Bernat Soria, pseudo-científico de células madre embrionarias. Ver también Zapatero, la investigación con células madre, la moral, la conciencia y demás: verborrea de contradicciones ).
Resulta, por contra, de mucho interés, un testimonio personal como el que publica al respecto el viejo amigo y compañero, Manuel Martín Ferrand, en su columna en Estrelladigital.com, Ahora Bernat Soria: ¡la eutanasia!:
Seguramente la avanzada edad que disfruto y la quebradiza salud que padezco exciten mi sensibilidad en algunos asuntos; pero, ¿desde qué observatorio le toma el pulso el ministro Soria a la sociedad española? Aunque no sé muy bien cómo funciona una escopeta de feria, de esas de perdigones y aire comprimido, voy a iniciar hoy mismo la solicitud de una licencia de armas. Aquí va a ser necesario defenderse. Antes de los cincuenta años la eutanasia es un asunto literario, un tema para el debate de salón; pero los sesentones avanzados, por la cuenta que nos trae, ya entendemos el asunto de otro modo.
He pasado buena parte de mis últimos tres años de hospital en hospital para tratar de ponerle medias suelas a una salud que, de repente, decidió abandonarme. Así, con más tiempo en los quirófanos y en la UVI que en los salones que, como nuevos mentideros, sirven de escenario a la convivencia, mi trato con enfermos desahuciados y terminales ha sido grande. Todos tenían un punto en común, el ansia de vivir.
A pesar de sus calamidades corporales, el mal funcionamiento de sus entrañas, la obligada postración de su existencia… todos, sin excepción, eran capaces de gozar con un rayo de sol que atravesara la ventana del hospital y de alcanzar la sonrisa con la presencia de un niño visitante y perdido por los siempre atemorizadores pasillos de esos centros en los que, mal pagados y peor considerados, cientos de médicos y mile de enfermeros luchan abnegadamente por repararnos, en lo posible, lo que no nos funciona.
Impresionante testimonio del sentido común de un ser humano, gracias a Dios periodista sin complejos, que ha tenido la oportunidad de conoce de cerca la enfermedad y las situaciones terminales.
El observatorio de Martín Ferrand tiene todas las garantías. Las mismas de que carece el observatorio que el ministro Bernat dice tener de la sociedad. Mientras uno habla cordialmente de la defensa de la vida propia y ajena, el otro habla ideológicamente para mantenerse en el poder a base de quitar vida a los demás.
martes 11 de septiembre de 2007 Scriptor.org