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El Papa en el monasterio cisterciense de Heiligenkreuz

pics_albums_benedictoxvi_2007_09_01_9_b_0909_aus_abadia_12.jpgEl papa Benedicto XVI visitó hoy el monasterio cisterciense de Heiligenkreuz (Santa Cruz), en las afueras de Viena, donde dijo que cuando la teología se obsesiona para que sea reconocida como una actividad científica rigurosa en clave moderna “puede perder el sentido de la fe”.

El pontífice también resaltó la importancia de la plegaria y dijo que todo cristianos debe rezar “o por lo menos debería hacerlo”.

Esta abadía, a 30 kilómetros de la capital austríaca, fue fundada en 1135 por Leopoldo III, a petición de su hijo Ottone que había entrado en la orden, y actualmente acoge a 80 monjes y una Facultad Teológica, con un centenar de alumnos.

Al encuentro con el Papa asistieron, entre otros, los profesores y alumnos de la facultad, ante los que manifestó “que con el ansia de que se le reconozca una rigurosidad científica en sentido moderno, la teología puede perder el sentido de la fe”.

“Como una liturgia que olvida la mirada hacia Dios, también una teología que pierde el sentido de la fe deja de ser teología y acaba por reducirse a una serie de disciplinas más o menos relacionadas entre ellas”, aseguró el Papa teólogo.

El obispo de Roma dijo también que para que una llamada al sacerdocio o al estado religioso se mantenga durante toda la vida es necesaria una formación que integre “fe y razón, corazón y mente, vida y pensamiento”.

El pontífice precisó que donde se descuida la dimensión intelectual “surge demasiado fácilmente una forma de pía obsesión, que vive casi exclusivamente de emociones y de estados de ánimo, que no pueden ser mantenidos durante toda la vida”.

Y donde se descuida la dimensión espiritual, agregó el Papa, se crea “un racionalismo enrarecido, frío, que jamás puede desembocar en una entrega entusiasta a Dios”.

Benedicto XVI dijo que no se puede fundar una vida sacerdotal tras de Cristo con las anteriores medidas, “ya que permanecerán insatisfechos y espiritualmente estériles”.

El Papa resaltó la labor monacal a lo largo de la historia, de la que dijo que su base es la adoración, tras apuntar que Dios merece ser adorado y que un monasterio es un lugar de fuerza espiritual.

La abadía de Heiligenkreuz está considerada la cuna de la orden cisterciense en la Baja Austria y desde 1188 guarda una reliquia de la Santa Cruz, regalada por el duque Leopoldo V, y que hoy fue visitada por el Papa.

En 1683 durante el asedio de Viena, la abadía fue destruida por los otomanos y la biblioteca quemada. Una vez reconstruida, se le añadieron algunas zonas de estilo barroco y bajo el nazismo, entre 1938 y 1945, fue expropiada y muchos monjes fueron hechos presos.

Es el monasterio cisterciense más grande de Europa y el más antiguo del mundo abierto de manera ininterrumpida.

Tras esta visita, el Papa se reunió con el mundo del voluntariado, muy activo en Austria, último acto de su visita de tres días a Austria.

A los voluntarios agradeció su labor y dijo que el amor por el prójimo no se puede delegar y que el Estado y la política, aún con sus necesarias normas y prestaciones sociales, no puede sustituirlo.

“Por esto, vosotros, voluntarios, no sois un ‘parche’ en la red social, sino personas que contribuyen a la cara humana y cristiana de nuestra sociedad”, manifestó el Papa.

Benedicto XVI reiteró las exigencias de justicia, defensa de la vida y salvaguardia de la naturaleza.

El Papa dijo que el amor es gratuito y que no se ejercita con otros objetivos y que sin el compromiso de los voluntarios el bien común y la sociedad no podía, no pueden y no podrán perdurar”.

El obispo de Roma señaló que el hombre es mucho más que un simple factor económico para ser valuado según criterios económicos y que el progreso y la dignidad de una sociedad dependen siempre de aquellas personas que hacen más de la cuenta.

Viena, 9 sep (EFE).-