Sectas: Testigos de Jehová
Estados Unidos ha sido, especialmente a partir del siglo XIX, una especie de ‘granero’ religioso para el mundo, desde donde irradiaron diversos credos religiosos, tales como el pentecostalismo, el mormonismo (“Iglesia de los Santos de los Últimos Días”), el adventismo y los Estudiantes de la Biblia, que más tarde llegaron a ser conocidos como Testigos de Jehová, una más de sus muchas ramificaciones.
El fundador
Charles Russel fue educado como presbiteriano y pasó la mayor parte de su infancia entre las ciudades de Allegheny y Pittsburgh, en el estado donde nació. Su padre, un comerciante experto, entrenó al hijo para ser su socio en los negocios, función esta que Charles pasó a desempeñar ya a los 11 años, en una tienda de ropa masculina.
A la edad de 18 años formó su propio grupo independiente de estudios, el cual acabó como un movimiento aparte, eligiéndole a él, seis años más tarde, como su “pastor”, contando para ello con el apoyo de dos adventistas: George Stetson y George Storrs, quien fue el más influenció en las ideas de Russell.
En 1876, Russell haría un importante y decisivo contacto, del que obtendría algunos conceptos claves que, sumados a los anteriores, formarían el arquetipo de su teoría doctrinal y la bandera de su cruzada misionera. Se trataba de Nelson Barbour, que, del mismo modo que George Storrs, también fue un seguidor de William Miller, y que, ahora, lideraba un grupo independiente en Rochester, N. York. Su publicación, “Herald of the Morning” [Heraldo de la mañana], llegó a las manos de Russell una mañana de enero de aquel año. Los conceptos que allí se expresaban se referían a la venida de Cristo sería invisible, Cristo ya estaba presente, y su precensia había acontecido en 1874.
Paradójicamente, tal vez este cambio de actitud haya sido el más fuerte y, al mismo tiempo el de mayor franqueza de su ministerio. Deambulando por caminos distintos a las Escrituras y aprovechándose de los cálculos escatológicos ya publicados entre otros , los de John Acquila Brown, en 1823 y los de Nelson Barbour, en 1875 – Russell adoptó el mismísimo principio “día-año” de los rabinos del primer siglo, aplicándolo arbitrariamente a ciertos textos bíblicos, hasta llegar a su tríada de fechas : 1799, 1874 y 1914.
En el año de 1877 se fusionaron los dos grupos, el de Pittsburgh – liderado por Russell – y el de Rochester – liderado por Barbour. Los dos, con la cooperación de otro asociado de Barbour – John Paton – iniciaron un trabajo de divulgación hombro a hombro, que se materializó en la obra Three Worlds [Tres Mundos], de la cosecha de Barbour, pero con el apoyo intelectual y financiero de Russell.
Además de ello, comenzó a aparecer como co-editor de la publicación Herald of the Morning [Heraldo de la Mañana ], al lado de Barbour y Paton. Todavia, esta seria una unión que duraría poco. Uno de los puntos que el libro de Barbour destacaba era que el año de 1878 seria marcado por el arrebatamiento de los ‘santos’ al cielo. En cuando tales esperanzas no se materializaron, ocurrió el primer cisma en el ministerio de Russell, con muchos abandonando el movimiento.
Al paso que Russell permanecía apegado a la teoría de la ‘invisibilidad’ – adoptada después del fracaso de 1874 – esta nueva decepción ejercería sobre Barbour un efecto análogo al que William Miller experimentó 34 años antes. No era de sorprender que fuera así , ya que se trataba de la quinta desilusión religiosa en su vida – 3 de ellas en su época de millerista y 2 consigo mismo – cosa por la que Russell, más joven y menos experimentado, no había pasado. De modo que fue impelido en otras direcciones . Esto no tardó en producir discordancias doctrinales francas y abiertas entre ellos, lo que culminaría con la ruptura de los compromisos.
En el año de 1879 -en medio de un intercambio de acusaciones – Russell se retiró oficialmente de la sociedad , acompañado de Paton, con el que también rompería, tiempo después . Ahora el entonces ‘pastor’ Russell estaba financiera y mentalmente preparado para lanzar las bases de su propio movimiento, por medio de la creación de una revista – Zion´s Watch Tower and Herald of Christ´s Presence [La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo], comenzando en julio de 1879.
Esta publicación llegaría a llamarse simplemente WatchTower [La Atalaya ], la literatura más popular de los Testigos de Jehová. Cinco años después, Russell, registraría oficialmente la Zion´s Watch Tower Tract Society [Sociedad Torre del Vigia de Tratados de Sión] , en Pensylvania. Esta corresponde actualmente con la Watchtower Bible and Tract Society [Torre de Vigía de Biblias y Tratados], de Brooklyn, New York.
Durante el resto de su ministerio, hasta el año de su muerte – 1916 – Russell se apegó tenazmente al significado de las fechas 1799, 1874 e 1914, las dos últimas aprendidas de su ex-compañero, Barbour.
A la muerte de Russel, sus adeptos eran aproximadamente unos 25000 y se gloriaban de haber repartido 300 millones de octavillas y folletos. Su dirección social está en Nueva York.
El juez Rutherford
Con su sucesor, el “juez” Rutherford, la secta entra en su fase de gran difusión. Habla y escribe en abundancia. Prácticamente de él proviene toda la literatura de los testigos de Jehováh, pues retiró de circulación todas las obras de su predecesor. La mayoría de las obras actualmente propagadas por la secta son suyas.
Rutherford se considera como el único interprete inspirado de la Biblia y no duda en sustituir las insperiaciones de Russel por las suyas. Fue también un orador y un viajero incansable que dio auge al movimiento, especialmente en Suiza y Alemania.
Rutherford falleció en 1942, siendo sucedido por su “jefe de publicidad” y principal asistente, Nathan Knorr, que todavía es el jefe de la secta.
Knor creó “cursos de formación ministerial teocrática y una escuela bíblica de la Atalaya (…).
Sus creencias
Actualmente hay 4.5 millones de Testigos en más de 100 países. La parte más nociva de su doctrina es la referida al rechazo a las transfusiones de sangre, que de vez en cuanto causa la muerte de algún niño y los medios se hacen eco. Piensan que ‘beber sangre’ es algo blasfemo.
Su principal creencia es que el Armagedón, o Fín del Mundo está muy cerca. Se anunció para 1914, 1925, y 1975. Despues la fecha se ha mantenido en secreto, suponiéndose para 1992, aunque actualmente ellos admiten que sólo el Señor conoce el día y la hora pero que quedan pocos días y hay muchas señales que lo atestiguan.
Sólo ellos sobrevivirán, el resto serán aniquilados para siempre (no creen en la inmortalidad del alma), y ellos vivirán eternamente en una Tierra convertida en Paraíso.
La ‘Sociedad’ se fundó en 1879 por un empresario de Pennsylvania llamado Charles Taze Russell. Dejó el cristianismo para interesarse por religiones orientales y la piramidología, y después se unió a los Adventistas del Séptimo Día, otra secta apocalíptica que aún subsiste. Tras la muerte de Russell en 1916, el movimiento pasó a ser dirigido por el ‘juez’ Rutherford, que construyó una mansión en San Diego para cuando resucitasen Noé, Isaac, David, Gideón, y Josua.
Disponen de una amplia lista de prohibiciones que son cambiadas en cuanto así se publica en sus revistas, de compra casi obligatoria para luego intentar vender puerta a puerta. Mueven mucho dinero, con todos los beneficios fiscales.
Mientras las biblias de todas las confesiones cristianas (católicos, ortodoxos, protestantes) están inspiradas en la Vulgata latina y coinciden entre sí, los Testigos cuentan con una versión en la que se han introducido pequeños cambios para que no contradiga lo que dictan sus líderes.
Como piensan que Cristo no es Dios, sino una especie de ángel, todas las alusiones vienen cambiadas (Jn. 1:1, Col. 1:14-16, 2:9-10, Fil.2:5, Tit.2:13, Heb.1:8, 2Ped.1:1), cambian la adoración a Cristo por “rendirle homenaje” (Mt.28:17, Lc.24:52, Heb.1:6), cambian los referidos a la inmortalidad del alma (Lc.23:43), y del infierno (Mat.25:46) para pasar por alto ambos conceptos.
Ya que los testigos compran sus biblias en el Salón del Reino, nunca advertirán que su doctrina está basada antes en unas revistas que en tan antiguo (y vapuleado) libro. A menos que se les ocurra consultar otras biblias, o aprender griego, hebreo, y latín.
Un lucrativo negocio
La Watch Tower Bible and Tract Society of New York, Inc. es el mejor negocio editorial del mundo y cuenta con las imprentas más grandes del planeta. De un sólo libro, “La verdad que lleva a la vida eterna”, se vendieron entre 1968 y 1974, 74 millones de ejemplares.
Anteriormente, con el mismo contenido pero cambiando los títulos y el orden de capítulos, se habían vendido 29,246,710 ejemplares. En 1980 se vendieron libros en todo el mundo por un total de 22,837,471 ejemplares, y de revistas 218,827,546 ejemplares (“Atalaya”, en 106 idiomas, y “Despertad!” en 34), y 16,465,248 folletos.
Los libros se venden a un precio 10 veces superior al de edición. En sus siete manzanas de Brooklyn trabajan a cambio de comida, hospedaje y una propina mensual, dos mil adeptos fabricando la literatura base. La comida les llega de sus propias granjas, donde trabajan cuatrocientos voluntarios, tambien a cambio de su manutención.
A esto se añade el ahorro en derechos de autor, ya que todos los ceden a la secta, el no pagar impuestos por ser una sociedad ‘religiosa’ y el tener millones de vendedores (tantos como adeptos) que trabajan de forma gratuita. Y aún nos queda lo mejor: cada adepto no sólo es obligado vendedor sino tambien comprador. Y no sólo un ejemplar por familia, sino uno para cada persona, para que así no tengan que hacer cola por leer. Además, los adeptos compran, y pagan por adelantado, todos los libros y revistas que luego deben vender (o regalar) puerta por puerta.
En cada reunión semanal se habla de la venta de libros y revistas, de cómo ‘colocar’ literatura. Puesto que el fin del mundo está cerca, hay que proclamar la palabra de Jehová lo más rápido posible, o serán responsables de la muerte de los infieles.
Es muy fácil escribir uno de estos libros. Primero puede aparecer en revistas, que se compran todas, luego se funden los capítulos en un libro que tambien se vende, y cuando se ha saturado el mercado, se le cambian de orden los capítulos, se añaden, se cambia el título y las cubiertas, y un nuevo éxito editorial. El mismo texto ha sido vendido con cinco títulos distintos en más de una ocasión. Desde sus comienzos, y con las mismas ideas doctrinales básicas, entre 1874 y 1974 se vendieron 704,163,616 libros y folletos, en los siguientes diez años otros 355 millones. Entre 1918 y 1974 se vendieron 3,970,261,080 revistas, y 3,185,000,000 en los siguientes diez años. Aparte tenemos que considerar unos dos millones de suscripciones anuales a sus revistas.
Pero nunca se acaban de hacer números con esta “organización no lucrativa”, pues los modos de esquilmar a los adeptos (como los caminos del Señor) son infinitos. Tambien se les hace pagar los formularios y hojas de registro obligatorias para el control interno, las tarjetas de territorio y los sobres, las hojas de invitación al Memorial (ceremonia) y a conferencias, las tarjetas postales que luego reparten de forma gratuita… Tienen sus contribuciones mensuales, otras para necesidades concretas con cajitas habilitadas a tal efecto en cada Salón del Reino. Y teniendo en cuenta que la mayoría de adeptos son de bajo estado social, muchos acaban viviendo casi en la miseria. Pero en fin, sin lujos ni estudios universitarios seguro que viven con más entrega.
Tambien se deben sufragar los viajes de los líderes cuando van a los EEUU. Si un adepto va a predicar fuera de su localidad corre con todos los gastos y estos no se descuentan de los beneficios por ventas. Las asambleas son otro negocio. Se reúnen miles de testigos en estadios o similares (unos 70,000 recientemente) durante varios días, allí les venden de todo (comida, refrescos, literatura…) pero más caro y de peor calidad. Allí dejan todo lo que han traído, despues de haber pagado hasta las credenciales para asistir.
Otro hábil sistema de saqueo es el de que la central de la secta ofrece créditos a sus feligreses, con interés por debajo del mercado, para adquirir bienes inmuebles. La verdad es que mucha gente se pregunta (entre esta gente no están los responsables del gobierno para asuntos religiosos, claro) qué hace un grupo así registrado como religión y gozando de todos los beneficios fiscales.
ACIprensa